-No, no, no. ¿Cómo los ovnis? ¿Cómo puedes creer eso? -decía don Julián exasperado, como de costumbre, por nuestra falta de cultura y lucidez.
-Pues sí, maestro -insistía Rafael-. ¿Cómo más iban a construir los mayas las pirámides si no tenían la tecnología?
-Claro que la tenían. Que tú no lo comprendas es otra cosa.
-¿Y cómo es que se parecían tanto a las pirámides de Egipto? -preguntó alguien más -¿No es porque tenían contacto vía la Atlántida?
-¡¿La Atlán…?! ¡Argh! Pero de veras que ustedes tienen la cabeza llena de tonterías. ¿Cómo puede ser que unos jóvenes con acceso a la educación y a la tecnología crean todas esas patrañas en pleno siglo XXI? En primera, la Atlántida no existió; en segunda, las pirámides de Egipto no se parecen en nada a las de Mesoamérica.
-¿Y el astronauta de Palenque? -preguntó alguien.
-¿Y la profecía del 2012? Ésa a huevo que se la pasaron los extraterrestres -dijo otro alumno.
-¿Y cómo es eso de que baja Kukulkán en el equinoccio? -subrayó Rafael- ¿Cómo lo habrían hecho los mayas sin computadoras?
-¡Oh, Dios! -exclamó don Julián- Tienen la cabeza llena de tonterías. A ver, les voy a explicar…
Y se echó un choro mareador de media hora aclarando punto por punto todas las ideas erróneas que teníamos sobre la civilización maya y haciendo hincapié en la importancia que la astronomía tenía para una sociedad agrícola, pero no me acuerdo muy bien de cómo iba, porque la verdad no le presté atención y me puse a pensar en cómo resolvería el más reciente conflicto que había tenido con Liliana. Recuerdo, no obstante, que cuando terminó don Julián, Bernardo dio su opinión.
-No pos yo creo que sí debieron haberlos ayudado los aliens. ¿Cómo va a ser que unos mayitas fueran más macizos que nosotros para la astronomía y la arquitectura?
Don Julián miró largamente a Bernardo por sobre sus anteojos y dijo con calma -Pues a mí no me extraña.